(Lucas 21, 5-19)
Cuántos usan el nombre de Jesús para enseñar
muchas cosas que no corresponden a la realidad de su mensaje de salvación. No
se puede utilizar el Evangelio para crear falsas expectativas en las personas,
para prometer lo que no ocurrirá y ofrecer lo que no se puede; esto es
manipulación y no es el método del Evangelio. Ante todo, Jesús vino a proclamar
la grandeza que Dios es nuestro Padre; que Él es el camino que conduce al Padre
Eterno; que el Espíritu Santo habita puede impulsar a cada persona de buena
voluntad a ser instrumento de paz.
La fe requiere sensatez, no fanatismo ni
fundamentalismo; todo esto es opuesto a la luz del Evangelio. Jesús nos enseña
claramente que la fe es camino de libertad y para eso dejó la Iglesia: para
anunciar que el amor está vivo y el amor es Él mismo.
Ciertamente Jesús nos advierte que todo en el
mundo va pasando; todo cambia; nada permanece eternamente… pero, la gran
alegría está en reconocer que Él sí permanece para siempre y en su Palabra
todos encontramos la fuerza para resistir ante las luchas contra el mal y todo
lo que se opone a Dios mismo.
Tanta maldad en el mundo nos indica que hemos
espantado a Dios del corazón; hemos preferido la criatura al Creador; hemos
jugado a ser como dios; se nos olvidó de dónde venimos y hacia donde nos
dirigimos. Todo esto sí provoca contiendas, guerras, luchas, etc. porque el
corazón del hombre se deja dominar por la ambición de todo tipo. Allí está la
causa del desorden y del abuso.
En este domingo se clausura el año de la
misericordia, pero no se acaba la misericordia; debemos procurar hacer que
nuestro mundo sea más justo y sano. Seamos misericordiosos como lo es nuestro
Padre del Cielo.
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor
de Buga