(Lucas 2,15-20)
Podemos hacernos hoy una
pregunta muy seria: ¿qué es para mí la Navidad? ¿Cómo la celebro? ¿Qué me deja
espiritualmente este tiempo? Lo justo sería decir: una profunda y perdurable
alegría porque nos encontramos con el Señor de un modo bello, sublime y
grandioso. El Dios eterno se hace un niñito
en la humilde humanidad de la Virgen Madre y nace en la escasez del pesebre de
Belén.
Seguramente cuando pase el
tiempo de Navidad para muchos quedarán deudas, kilos de más, ropa nueva,
electrodomésticos y muchas cosas más, pero… ¿quedó Dios en sus corazones? Y
esto precisamente lo que la Navidad nos pide celebrar: la presencia de Dios en
la intimidad del corazón…eso es lo fundamental y esencial, es lo más importante
y lo definitivo, lo que de veras vale la pena.
Tratemos que esta Navidad
no pase en vano ni llena de muchos corre-corre y gastos; miremos la humildad
del pesebre y démonos cuenta que el Señor nos llama a vivir para las cosas
grandes del cielo.
¡Feliz Navidad para todos!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor
de Buga