Domingo de Pascua en la
Resurrección del Señor
(Juan 20, 1 - 9)
Concluimos la Semana Santa.
Bello tiempo, esperado por muchos; celebrado por tantos, vacacionado por otros
tantos.
Qué dicha sentir que esta
Pascua es una renovación total y completa de nuestra vida gracias al triunfo
del Señor. Jesús no resucitó en el pasado; Él siempre resucita para que todos
podamos levantarnos de la postración mortal a que nos somete el pecado.
La Pascua es paso. Eso es
lo que el Señor pretende con cada uno de nosotros; no puede pasar el Señor si
tenemos la puerta de la vida y de la propia conciencia, cerrada; Él siempre es
discreto y respetuoso, jamás es invasivo o impositivo; siempre, siempre, siempre,
respeta nuestra libertad, pero, sepamos que cuando le somos fieles y
obedientes, nuestra libertad se hace mucho más firme y definida, nuestras
opciones se hacen sobre aquello que nos acerca a la verdad, nuestra vida es
mejor compartida con otros y a favor de otros.
La Pascua del Señor es su
nuevo modo de presencia. ¿Cómo? En nosotros, en cada uno, gracias al Bautismo.
Él resucitó y está presente, de modo invisible, en el universo y en cada ser
humano.
Nos toca a todos ser luz
para los demás; nos toca a todos ser resurrección para los demás; NO nos toca
ser sepulcros ni llanto.
¡Verdaderamente Cristo ha
resucitado!
¡Feliz Pascua de
Resurrección!
P.
Rodrigo
Gallego Trujillo
Rector
del Seminario Mayor “Los Doce Apóstoles” de Buga