Cada
vez que llueve o tiembla en el municipio de Sevilla, doña Rosalía Mamuscay, una
mujer de 65 años que vive en el barrio Cafetero desde hace una década, no puede
pegar el ojo pensando en qué momento la ladera, en donde construyó su casita,
la va a sepultar junto con sus nietos.
De
acuerdo con el ingeniero civil, Omar Chávez, especialista en gestión del riesgo
de la CVC, el problema de los barrios, Cafetero y Monserrate, divididos por la
quebrada El Popal, es que durante dos décadas se ha presentado un proceso de
profundización del cauce de ese afluente y por la infiltración del agua que va
subiendo por la ladera, lo que ha causado la desestabilización del terreno.
Al igual que ella, Bexy López, la presidenta
de la Junta de Acción Comunal del barrio Monserrate, que colinda con el
Cafetero, dice que aún están frescas las imágenes de noviembre de 2010 cuando
siete casas de ese sector se derrumbaron ante el hundimiento de la tierra.
Cinco
construcciones más, entre ellas el Hogar Infantil San Vicente de Paúl, con más
de 50 años de existencia, quedaron en alto riesgo, por lo que el alcalde de esa
época, Gerardo Gómez Díez, dio la orden de tumbarlas.
La escuela del sector fue cerrada y hoy en día es una sede
de paso para un grupo de soldados que patrullan ese barrio.
“Es que la naturaleza es impredecible”, dijo doña Bexy,
quien indicó que por lo menos 500 personas que viven en esos sectores siguen
esperando que la Administración Municipal consolide un proyecto de reubicación
de sus viviendas.
“Mientras
tanto, estamos capacitando, junto con los organismos de socorro, a la comunidad
para que pueda reaccionar en caso de presentarse un deslizamiento, porque
nuestras casas están construidas sobre una falla geológica”, manifestó doña
Bexy. También están pensando en instalar una alarma comunitaria.
En
el mismo sentido se pronunció Marta Lucía Ríos, quien desde entonces, desde que
su casa terminó en lo más profundo del barranco, está pagando arriendo.
Ella,
al igual que siete familias que perdieron su patrimonio hace seis años, sigue
esperando que le adjudiquen un lote o una vivienda en otro sector de la ciudad.
Según
ella, cuando la montaña, en donde estaban construidas sus casas empezó a ceder,
la CVC ordenó la construcción en la ladera de un muro de contención por valor
de $ 570 millones para controlar la erosión, lo que agravó el problema porque
utilizaron maquinaria pesada y esto aceleró el hundimiento del terreno y la pérdida
de sus casas.
“En
todo ese tiempo, solo hemos recibido $150.000 y un mercado”, anotó Fabio
Valencia, otro de los damnificados por el fenómeno natural.
El panorama que se observa hoy en el barrio
Monserrate de Sevilla es desolador, parece un pueblo fantasma, por la calle
principal que da acceso a ese sector no está permitido el paso de ninguna clase
de vehículos para evitar que la vibración vaya a causar más derrumbes.
Sin
embargo, María Aleyda Jiménez, delegada de la Junta de Acción Comunal, no cree
que en ese barrio se pueda registrar un deslizamiento en masa como lo advirtió
la semana pasada el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales, Ideam, al incluir a Sevilla como uno de los municipios de alto
riesgo en el país, por efecto de las lluvias.
“Muchas
personas se resisten a abandonar el barrio, porque desde hace 20 años se está
hablando de este problema”, observó Álvaro Aguirre, quien recuerda como la casa
de dos pisos que poseía su hermano y donde él tenía un taller de ebanistería se
desplomó como un castillo de naipes.
“La
dimensión del deslizamiento ha avanzado tanto, que ya requiere de unas
intervenciones de más soporte técnico y de ingeniería”, manifestó el
funcionario de la CVC.
De
acuerdo con el señor Chávez, lo que se tiene que hacer son obras para
estabilizar el terreno como es la construcción de un gran muro de contención
cuyos cimientos deben estar por lo menos a 15 o 20 metros de profundidad porque
de lo contrario, “el problema continuará” y el peligro será latente para los
habitantes de estos barrios de Sevilla.
Uno
de los inconvenientes es que ese tipo de soluciones son muy costosas, se estima
que esa clase de obras podrían superar los $ 4.000 millones.
Por
su parte, el alcalde de Sevilla, Freddy Omar Osorio, ha dicho que sin
desconocer la advertencia que hizo el Ideam al declarar alerta roja en esta
población del norte del Valle, su administración, junto con el Gobierno
Nacional que entregará los subsidios, está trabajando en un proyecto de
vivienda en el barrio Fernando Botero y en la urbanización Japón para reubicar
por lo menos 80 familias de los barrios Cafetero y Monserrate.
“Sin
necesidad de alarmar a la comunidad, permanentemente estamos monitoreando, no
solo el barrio Monserrate, sino la quebrada San José y los demás afluentes que
tiene el Municipio”, indicó el Mandatario local.
En
el mismo sentido se pronunció Claudia Díaz, coordinadora de la Oficina de
Gestión del Riesgo de Sevilla, quien dijo que históricamente la otrora capital
cafetera de Colombia, “ha sido golpeada por la ola invernal. La funcionaria
recuerda especialmente los estragos que causó el invierno en los años 2008 y 2010
cuando se presentó el hundimiento del barrio Monserrate.
Asimismo,
el Alcalde de Sevilla dijo que esta población, ubicada en las montañas de la
cordillera Central, es atravesada por varias fallas geológicas entre ellas la
de Romeral que ha dejado incomunicada a la población en varias oportunidades
por los deslizamientos que se registran sobre la carretera a la altura del
sector conocido como La Cristalina.
En
esto coincide el ecólogo, Marco Cárdenas, asesor ambiental de la secretaría de
Planeación, quien dijo que en la zona urbana de ese municipio se han detectado
22 nacimientos de agua, “aquí tenemos el 80% de humedad relativa y el nivel de
lluvias es de 2.400 milímetros al año”, anotó el profesional.
Por: Redacción El País Tuluá