El
trigo y la cizaña
(Mateo 13, 24-58)
Jesús nos enseña siempre
con sencillez y claridad. A Él le entendemos para vivir con entusiasmo su
palabra que es vida nueva y eterna.
Hoy nos presenta el ejemplo
de la buena semilla que se siembra con la esperanza de que dé mucho fruto y
este fruto dure.
Pero, aparece la dura
realidad del mal que está siempre acechando los pasos de los hijos de Dios. La
cizaña simboliza todo aquello que nos aparta de Dios, daña relaciones entre las
personas, nos mueve a hacer el mal esperando obtener bienes.
Un discípulo de Cristo no
puede, jamás, ser partidario del mal, hacer el mal, desear el mal, propiciar el
mal; jamás. Lo contrario, un buen cristiano siempre es partidario del bien,
siempre se alegra del bien de los demás, siempre participa en todo aquello que
promueve la santidad y la justicia.
Debemos ser conscientes que
cuando buscamos practicar el bien aparecerá siempre la envidia ―la
peor cizaña― y nos pondrá la tentación de desistir en nuestros buenos
propósitos; es aquí cuando el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda para
impulsarnos a no desfallecer y a jamás abandonar el propósito de hacer las
cosas de cara a Dios y conforme a la Verdad.
Somos semilla buena;
dejemos que el Espíritu Santo haga crecer en nosotros frutos de santidad que
servirán para la comunidad, para la Iglesia, para las personas de buena
voluntad.
P.
Rodrigo Gallego Trujillo
Rector
del Seminario Mayor “Los Doce Apóstoles” de Buga