Fe e Insistencia
(Mateo
15, 21-28)
La
página del Evangelio de este día es una lección de perseverancia admirable. La
lección es insistir en la oración de modo ferviente y confiado
La
mujer que se acerca a Jesús es una persona considerada pagana, es decir,
completamente ajena a la vida religiosa de Israel; pero esto no significada
ateísmo o rechazo a Dios directamente. Lo admirable es que ella se atreve a
hacer algo que era totalmente mal visto: el trato de los paganos con los
judíos. No le importa esto, le importa dar el paso de la fe y acercarse al
Salvador para recibir Salvación.
Insiste
tanto esta mujer en encontrarse con el Señor, que Jesús hace un elogio de su
fe. Es la lección para nosotros: nunca desfallecer en la oración, a pesar de
creer, en muchas ocasiones, que el Señor no nos escucha o atiende. Jamás la
oración que elevamos a Dios es desatendida… jamás Dios es sordo o se ha ido…
jamás la plegaria que sale del corazón creyente y humilde, se pierde.
Necesitamos
alimentarnos del Pan de Dios; esta mujer se acercó a Jesús y recibió lo que
pedía, porque su fe era grande y sincera. ¿Cómo es mi fe? ¿Es grande? O la
mezclo con supersticiones y agüeros como si para Dios nada fuese posible… para
quien cree todo es posible. Pero, cabe hacer la pregunta: ¿qué le pedimos a
Dios en la oración? La súplica permanente debería ser: “!Señor, danos tu
Espíritu Santo, siempre!”
Nunca
dejemos de rezar, de orar, de suplicar. El tiempo es de Dios y Él sabe cuándo y
cómo nos concede lo que hemos suplicado y qué es lo más conveniente para
nuestra salvación.
Orar
sin desfallecer, es la consigna
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor
“Los Doce Apóstoles” de Buga