¡Apártate,
Satanás!
(Mateo 16, 21-27)
Hace ocho días
la Palabra nos invitaba a meditar en el misterio de la Iglesia. Hoy encontramos
una página donde el Señor, con fuerza, le hace caer en la cuenta a Pedro que el
creyente debe llegar a tener la mente de Cristo, los pensamientos de Dios y no
los mundanos proyectos que el Enemigo nos propone.
En la vida del
hombre hay una lucha antagónica entre el deseo de hacer el bien y el mal que,
en muchas ocasiones, se impone (Leer Romanos 7, 19). Y aquí hay una pregunta grande para nosotros: ¿por
qué existe el mal? Respuestas se pueden dar muchas, pero, desde la fe está la
certeza de la existencia de Satanás ―como
lo llama Jesús en el Evangelio de este domingo― existencia y de su
permanente trabajo para apartarnos del amor de Dios, para hacer que se rompa la
comunión entre el Señor y la persona creada a su imagen y semejanza; el mal es
difusivo y penetra en el corazón del hombre haciendo que éste busque sus
propias complacencias y deje arraigar el egoísmo, la maldad y todo tipo de
ambiciones.
Tomar la cruz,
negarse a sí mismo no es la anulación de uno mismo, sino el paso radical para
desterrar de la vida los gérmenes del mal que nos impiden dejar que la gracia
de Dios actúe de manera eficaz y permanente. Es la manera más segura, cierta y
perdurable de ser feliz y de sentirse totalmente realizado. Es posible estar
siempre dichoso estando con Cristo.
Debemos creerle
al Señor, dar un paso adelante en firme y permitirle que haga su obra de una
manera fuerte para ser, ante los demás, como una luminaria que sea testimonio
de alegría permanente.
¡Dios lo puede
todo!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor “Los Doce
Apóstoles” de Buga