Me alegro con mi Dios
(Juan 1, 6-8. 19-28)
Tercer domingo del tiempo de Adviento. Está
muy cerca la Navidad.
De nuevo encontramos a la persona de Juan
Bautista; el Precursor del Señor y en su mensaje hay una respuesta muy clara:
El único Mesías y Salvador es Cristo Jesús, ninguno más.
Esto plantea una reflexión muy seria en la
situación actual: muchos quieren aparecer ofreciendo salvación en nombre de
Cristo, presentando una verdad acomodada según lo que tantos quieren escuchar,
según sus complacencias. Este no es el camino de la Verdad que el Señor nos ha
indicado; muchas divisiones, muchas sectas que pretenden mostrar el Evangelio
“auténtico” con una interpretación “veraz”. ¿Es posible pensar que el Señor
haya pedido que los cristianos nos dividiéramos, como lo estamos hoy? La
respuesta es no… Jesús pidió al Padre del Cielo que todos fuéramos Uno como
ellos lo son. Y la unidad debe ser testimonio ante el mundo que somos hijos de
un mismo Padre y hermanos todos porque hemos recibido el mismo Espíritu Santo.
Juan Bautista tuvo la claridad de mostrarnos
quién es el Mesías y Salvador; nosotros los cristianos tenemos el deber de
mostrar ante los demás que, de verdad, Cristo Jesús es mi único Señor y
Salvador y que nuestra renuncia al poder del mal es cierta y actual. No sigamos
jugando doble en nuestra vida: profesar que somos cristianos y vivir como si no
lo fuéramos. Debemos vivir para Dios como Él mismo nos lo pide.
Sigamos caminando en esta etapa final del
Adviento, con alegría, y acercándonos cada vez más al Señor que ha venido y
sigue viniendo.
¡Ven Señor Jesús!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor “Los Doce
Apóstoles” de Buga