Hablaba con
autoridad
(Marcos 1, 21-28)
La Palabra
tiene fuerza y efecto. La mayor fuerza de la palabra de una persona es el
cumplimiento de lo que dice, con fidelidad. Esto nos sugiere la necesidad que tenemos
de volver a la fuerza de la credibilidad de la palabra; como se decía
antiguamente, “que tu palabra sea como una escritura”…
Jesús enseñaba
con autoridad y hasta los espíritus inmundos se le sometían; es lógico que
donde hay verdad y fidelidad, siempre tiene que reinar el Espíritu de Dios y
sus frutos. No puede haber maldad dominante donde hay una búsqueda incesante
del cumplimiento de la voluntad del Señor.
La Palabra de
Dios que es viva y eficaz tiene todo el poder para acabar con los poderes, siempre
limitados, del mal, de la perversidad, de la mentira, del engaño… Lo tiene,
porque sale del corazón mismo de Dios y quiere permanecer en el corazón del
hombre. Nos corresponde a todos ser más cercanos a la Palabra del Señor, leerla
con mayor frecuencia, orar con ella, escucharla atentamente cada domingo en la
celebración de la Eucaristía; debemos aprovechar todo momento para sentarnos a
conversar con el Señor, quien nos habla siempre que nos acercamos a su Palabra
Sagrada.
La fama del
Señor Jesús se extendió por toda la comarca; su fama es como la luz y el bien
que siempre son difusivos; así debería ser nuestro estilo, tal, que siempre
lleguemos a ser luz para los demás, nunca tinieblas, nunca maldad; nuestra vida
debe ser siempre una pequeña luz para los hermanos. Demos ejemplo de vida; que
nuestra palabra sea siempre cumplida, seria, leal y transparente.
¡Ojalá escuchen
hoy la voz del Señor!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor “Los Doce
Apóstoles” de Buga