Los sanó a todos
(Marcos 1, 40-45)
El leproso representa a la humanidad herida
por el pecado original; es cada uno de nosotros que siempre necesita de la mano
del Señor que, posándose sobre cada persona, es sanada con amor por Dios mismo.
Jesús no es un milagrero… Él no hace un espectáculo con las curaciones; nada de
eso; Él sana y cura porque su intención es hacer que en todo ser humano viva y
resplandezca lo que el mismo Creador quiso cuando formó al hombre a su imagen y
semejanza.
No busquemos al Señor por los milagros que
nos pueda hacer o por lo que yo quisiera que me realizara; no, a Dios se le
busca porque es Dios y porque, desde mucho tiempo antes, ya nos está esperando
con paciente y misericordioso amor.
El Señor es poderoso y para Él todo es
posible, pero, que nuestra relación con Él no dependa de si me hace o no éste o
aquél milagro.
A Dios se le ama sobre todas las cosas porque
nos ha amado desde antes de la creación de la mundo; para Él todos somos
importantes y nadie puede sentirse excluido de su misericordia.
¡Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de
liberación!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor “Los Doce
Apóstoles” de Buga