¿Me aburre la Misa?
(Juan 6, 41-51)
La bella Liturgia de la Iglesia nos ha
presentado durante varios domingos el capítulo 6 de san Juan. Es una página de
oro que conocemos como “el discurso del Pan de Vida”. Es la teología de la
Santísima Eucaristía.
La lectura de este Evangelio nos recuerda que
todos debemos estar siempre alimentados por la Eucaristía. Reconocer la
presencia del Señor en este admirable Sacramento es entrar en la realidad bella del alimento que
nos da la Vida Eterna. No es posible pensar la vida de la Iglesia sin la
Eucaristía. Ella hace presente, vivo y real al mismo Cristo Jesús que nació de
María Virgen en Belén, predicó, llamó a los Apóstoles, celebró la Última Cena
con éstos y murió y resucitó; es el mismo, por ello, es imposible negar su
presencia en el Santo Sacramento del Altar.
Más bien, esforcémonos por adorarlo con mayor
frecuencia, prepararnos para recibirlo de la mejor manera, celebrar con mucha
frecuencia la Santa Misa y difundir el amor a la Eucaristía entre los hermanos.
A Jesús se le debe visitar con mucha frecuencia en el Sagrario. Qué bueno es
sentarse delante de Él, escucharlo, amarlo y deleitarse en su soberana y
discreta presencia.
La Eucaristía no debe ser un compromiso social;
la Misa no puede ser un momento más de la vida de la semana; la Eucaristía no
se puede convertir en una carga… ¡no! La Eucaristía debe ser amada, anhelada y
vivida de la mejor manera. Qué nunca nos falte la Santa Misa y la Comunión.
¡Gustemos y veamos qué bueno es el Señor!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor “Los Doce Apóstoles”
de Buga