“¿Ocupar los primeros puestos?”
(Marcos 10, 35-45)
Qué atractivo
se vuelve para una persona, el poder y el deseo de dominar a otros. Y resulta
que el Evangelio nos plantea una realidad distinta y totalmente opuesta a los
deseos humanos de “escalar”: nos enseña que quien quiera ser grande, debe ser servidor
de todos y quien quiera ser primero, que sea esclavo de todos. Esto sólo se
comprende dentro del espíritu del Evangelio que se proclama en la Iglesia y se
vive en medio de personas que buscan servir para la presencia de Dios crezca en
muchas personas y no reine aquel humano deseo “llenarse los bolsillos” o tener
gente para que le sirvan.
La petición de
Juan y Santiago revela el espíritu muy humano que, seguramente, todos tenemos:
nos gustaría que nos hicieran muchos reconocimientos, homenajes, honores… tal
vez que nuestro nombre figurara en placas o cosas por el estilo, pero… lo que
nos pide Jesús es totalmente distinto… nos pide servir porque, ciertamente, lo
que ayuda a que nuestro nombre luzca en medio de las personas, después, es la
capacidad de servicio que podamos tener y ofrecer, sin esperar nada a cambio;
hay que servir hasta que duela y hacerlo con total desinterés; más aún, cuando
se sirve sin intereses, el Señor retribuye generosamente y nos da el gusto y la
alegría de tener su espíritu en nuestro interior de modo grande y operante.
No nos debe dar
miedo al servicio, incluso, si éste nos lleva a sufrimientos como nos lo
advierte Jesús; la clave está en servir en la Verdad y en la lealtad.
Nunca nos
apartemos del buen camino del servicio; en una sociedad que olvida el servicio
sin paga, el Evangelio nos recuerda que debemos servir sin esperar nada a
cambio, nada, sólo tener el Espíritu de Dios en nuestros corazones y para
siempre.
¡Que tu misericordia, Señor, venga sobre
nosotros, como lo esperamos de Ti!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor “Los Doce
Apóstoles” de Buga