“Dio lo que tenía para vivir”
(Marcos 12, 38-44)
Jesús es un buen observador, pues se fija en
los detalles que ocurren a su alrededor para poder, desde allí, enseñar a
quienes le escuchan y quieren llenarse de la vida de Dios.
Hoy nos sorprende con la apreciación que hace
de la ofrenda que dan los ricos y los pobres en el templo; los que mucho tienen
dan de lo que les sobra, en cambio, la más pobre dio todo lo que tenía para
vivir y con ello siente que de verdad ha hecho un culto agradable a Dios y le
ha dicho, al Señor mismo, que sólo confía en Él… Este es un acto humilde de fe
que debe inspirar nuestra vida y nuestra manera de administrar los bienes que
el Señor nos proporciona.
Vivimos en una sociedad que se “metalizó con el
dios billete” y se nos olvidó compartir, ser generosos, aprender a vivir con lo
necesario, aprender a ser sencillos y austeros… se nos olvidó que a muchos que
sufren y necesitan de lo nosotros poseemos, pero… no dando aquello que sobra o
está dañado, eso no es caridad ni compartir, es, sencillamente, mezquindad. La
invitación de Jesús es muy clara: dar sin cálculos, creer en la providencia del
Señor y esperar siempre en Él que nos da lo necesario para vivir dignamente.
No caigamos en la terrible tentación de
acumular, acumular y acumular, pues, es posible que no disfrutemos de lo que acumulamos
y se cumpla lo que enseña el Salmo 48 “dejan sus riquezas a extraños”… aprender
a vivir sabiamente es ser feliz con lo necesario y más feliz aún, compartir lo
que se tiene.
¡Alaba, alma mía, al Señor!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario Mayor “Los Doce Apóstoles”
de Buga