(Lucas 4, 21-30)
El año litúrgico nos ayuda a profundizar en el
misterio de Cristo y nos permite adentrarnos mucho más en el amor a Dios mismo.
Y en este domingo encontramos preciosos elementos que nos permiten comprender
que cada vida humana es una expresión muy grande del amor de Dios, por eso,
quien va entendiendo lo único fundamental es el Señor, se preocupa por amar,
por amar de verdad, por ser expresión de amor para los demás y evitar,
totalmente, el daño y la maldad.
Pero, el amor tiene una característica que
debemos pensar muy seriamente y es que, el amor, es difusivo, es decir, se
comunica y esto se logra gracias a las actitudes y maneras de ser de nosotros
mismos. Cuenta mucho el cómo hablamos, cómo nos relacionamos, cómo pensamos,
cómo hablamos… todo cuenta y nos indica la calidad de personas que somos.
Fijémonos cómo Jesús siempre trata con dignidad a las personas, siempre se
preocupa por la dignidad de todos… así debemos ser los discípulos de Cristo.
No olvidemos que por ser bautizados, todos
tenemos el deber de ser misioneros y ayudar con nuestro ejemplo de vida que
muchos se acerquen más y más a Dios y disfruten de su belleza y santidad.
Jesús necesita misioneros del amor…debemos
serlo llenándonos primero del mismo Señor.
¡Mi boca anunciará tu salvación, Señor!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Párroco de La Catedral San Pedro de Buga