Me parece verlo en uno de los álgidos debates
presidenciales de la anterior campaña: Humberto de la Calle Lombana el
candidato. En ese último debate, lo único que le falto al Doctor de la Calle
fue arrodillarse, para suplicarnos a todo el pueblo Colombiano, sobre el
cuidado que se debía tener, en nuestra
escogencia y así lograr la más acertada opción, que conjugara las variables que
el momento histórico nos presentaba. De la calle nos imploraba la importancia de que nuestra
elección, no fuera a ir disociada del
interés superior para preservar lo
logrado, hasta el momento en materia de paz y reconciliación entre los
colombianos. No se le hizo caso, al hombre que estuvo detrás de lograr esos
difíciles acuerdos, no se le hizo caso a la voz de la experiencia, que
suplicaba con vehemencia, pudo más la inoculación del miedo como arma de
dominación. Esta estrategia de miedo ha funcionado exitosamente durante años.
Siempre ha sido así. Siempre se nos aplica la misma medicina, cuando se asoma a
la ventana el cambio y esto funciona.
De la Calle el candidato, nos decía en ese
último debate, de lo bien pensada que debería ser nuestra elección, puesto que
se había trasegado durante 5 largos años en la búsqueda de la paz en la Habana
y se habían logrado unos difíciles acuerdos. De la Calle recomendaba, que
nuestra elección necesariamente debería ir direccionada a la preservación de
esos acuerdos, implementarlos y poner a rodar la paz, ya que se había logrado
desactivar la máquina de guerra que representaba las Farc. Cuánta razón le
asistía al Doctor de la Calle. Menos mal que en primera vuelta vote por él,
porque me parecía el mejor candidato y ya en la segunda vuelta vote por Gustavo
Petro.
Muchos no le escucharon, a Humberto de la
Calle, envenenados por la cátedra de
inoculación de odios, que dicta el expresidente Uribe y que cuenta con muchos
alumnos aventajados en esta materia. Hoy los resultados saltan a la vista: un
país en caos, un Sub presidente que recibe órdenes y cuyo norte se basa solo en
la obsesión por tumbar a Maduro, hacer trizas la paz - y a fe que lo están
logrando- y la total obsecuencia a la potencia del norte, con un comportamiento indigno que compromete
aun nuestra soberanía e institucionalidad. Ese comportamiento se interpreta a
cuando a alguien le tiene la cola pisada y lo anterior funciona como chantaje.
Quien mejor para regir los destinos de la
nación en este momento histórico y coyuntural si no era de la Calle? Humberto
de la Calle era el candidato que ofrecía menos resistencia al cambio, que había
ocupado todas las dignidades que el estado puede dispensarle a ciudadano
alguno, entre otras ser el Arquitecto de los acuerdos de paz, junto con Sergio
Jaramillo y otros más que lograron desactivar el conflicto con las Farc que
llevaba 60 años desangrándonos. Aunado a toda lo anterior, su nada despreciable
experiencia como diplomático, catedrático, ministro y vicepresidente. Toda una
larga carrera y experiencia al servicio
del estado que no se supo aprovechar.
Hoy el otrora candidato, se encuentra
sereno, pero preocupado, placido pero
lucido, tolerante pero incisivo, Hoy escribe su columna del periódico el
Espectador los domingos, donde desnuda sin procacidad alguna la lamentable y
oscura situación que vivimos y la crisis institucional que padecemos. Pero me
pregunto; ¿Qué podíamos esperar de lo que elegimos? Al elegir lo que se eligió,
no se podía esperar nada diferente a lo que vivimos hoy en día: la típica
narrativa del Centro democrático, la reedición de los Falsos Positivos, como lo
describe el artículo del New York Times, la persecución a la Justicia, hacer
trizas la paz, subir la edad de jubilación, procurar por todos los medios que
los combatientes regresen a la guerra para así invisibilizar la corrupción, que
ha quedado al descubierto, subir impuestos, perseguir contradictores. Esa es su
esencia y de allí no se saldrán. Además porque no tienen nada diferente que
proponer y se les dificulta hablar de paz y reconciliación.
Ya para la segunda vuelta electoral.
Lamentablemente hay que decirlo y con pena: Humberto De la Calle Lombana no
estuvo a la altura del momento histórico y se unió, a la equivocada postura,
que igualmente siguió Sergio Fajardo y que fue la de invitar a votar en blanco.
Se suponía que el Arquitecto de la paz, comprendería ese momento decisivo e
invitaría a votar por Gustavo Petro, q entre las dos opciones garantizaba la
continuidad y la implementación de lo acordado. Esa equivoca postura, aupó al
triunfo al pusilánime candidato, que hoy tenemos lamentablemente como presidente.
Eso si se lo critico. Eso fue algo incomprensible que lo desdibuja.
Germán Peña Córdoba
Arquitecto - Univalle