– Domingo 6 de Pascua
(Juan 14, 23-29)
La Liturgia de la Iglesia es una pedagogía muy
organizada que nos va llevando por buen camino para profundizar en el misterio
del Señor. En este caso, encontramos cómo el Señor nos va preparando para su
Ascensión y la venida del Espíritu Santo. Nos indica la necesidad de su
partida, como queriendo decirnos que ha terminado su presencia física en la
historia humana, pero sigue presente por su Espíritu Santo.
De este modo, la presencia espiritual del Señor
se concretiza en cada persona que, gracias, al santo Bautismo, se convirtió en morada donde vive el mismo Señor y Dios
nuestro. Es por esto que vivir unido a Cristo tiene unas consecuencias grandes
en la vida de la persona en su relación
con los demás. Una de esas consecuencias es la paz que no es ausencia de
fusiles… la verdadera paz viene de lo Alto y tiene un nombre propio, Jesús de Nazaret.
Vale la pena pensar, entonces, que si fuimos
bautizados, es necesario tener actitudes de paz, palabras de paz, pensamientos
de paz. En una sociedad hastiada de violencia, rencores, venganzas y odios, los
cristianos debemos poner la nota alegre, sencilla y discreta de la paz
cristiana que se traduce en gestos de servicio a los demás. Cuando el Señor nos
ha invitado a amarnos entre nosotros como Él lo ha hecho, nos está diciendo que
no podemos vivir según los criterios y exigencias de un mundo perverso que aleja
el bien y le rinde culto al mal. El cristiano ama sin intereses y sirve con
alegría profunda.
¡Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos
los pueblos te alaben!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Párroco de la Catedral San Pedro de Buga