Parece que estuviéramos condenados
irremediablemente a vivir en una guerra perpetua. El llamado "Centro
Democrático" que se inventó la maldad, acude a lo que sea, para que se
mantenga la guerra sin ningún escrúpulo. Así lo expresan los intereses
superiores de los señores de la guerra, que se benefician económicamente de
este perverso y lucrativo negocio y los que logran vigencia política engañando
incautos. Es por eso, que desean anclarnos en la guerra, la atizan y la
agencian desde cómodos escritorios, mientras
sus hijos –que son “gente de bien”- se educan en prestigiosas Universidades en el
exterior, para que en unos años, sean ellos los que tomen las riendas del país
y continúen "su denodada labor", de preservar sus eternos intereses y
privilegios. Acto seguido el pueblo engañado, sigue votando por ellos que son
quienes los oprimen. Esto nos lo demuestra su tradicional forma de votar, donde
el voto es inducido o es comprado en ausencia de férreas convicciones, lo cual
los hace vulnerables a cualquier manipulación.
Actualmente vivimos, ni más ni menos, en una
dictadura de clase, la cual pretende inocularnos el sofisma que su desempeño ha
sido bueno durante 200 años, y no han hecho si no empobrecer un país rico, con
base a la corrupción y de contera sumirnos en una desigualdad e inequidad
vergonzante. Nada los detiene en su afán de reciclar odios y violencia como
método de cobrar vigencia política y manoseo electoral. Al fin y al cabo no
tienen nada que ofrecer diferente a engaños, incendios, insultos e improperios.
Propuestas que beneficien y rediman al tradicional sufrimiento del pueblo Colombiano: cero
Cuando Juan Manuel Santos anuncio al mundo que
"la guerra en Colombia había
terminado", el mundo celebro pletórico de emoción. Muchos reaccionamos
exultantes de alegría y también celebramos este gran logro. Se había terminado
el conflicto con la guerrilla más antigua del mundo: Las Fuerzas Armadas
Revolucionarias FARC. Era lógico que ante esta desmovilización y desarme
surgiera como natural coletazo unas disidencias, que siempre se dan en la
resolución de cualquier conflicto. Disidencias siempre surgen y se contempla.
Es un fenómeno importante que no debe pasar de un 10% de sus bases y ya sin el
grueso de lo inicial resulta fácil combatir lo residual. Con las llamadas disidencias, nos quieren sembrar en el
imaginario colectivo que las Farc todavía existen como movimiento armado. Paul
Joseph Goebbels, jefe de propaganda Nazi, es un aprendiz ante estos en el
manejo de psicología de masas. Lo real es que las Farc como tal se desmovilizó,
se desarmó y cumplió. Las Farc como movimiento armado el cual tenían mando
central, y secretariado, ya no existen.
¿Que nos faltaba para una paz estable y
duradera?: sentar al ELN a la mesa de diálogo. No era fácil abrir una mesa de
negociaciones con el ELN, un movimiento guerrillero con influencia clerical, dogmático, ortodoxo y de
una rigidez ideológica a toda prueba invulnerable. El Gobierno Santos lo logro.
Se necesitaba un "Gobierno de transición" que imprentara rápidamente el proceso
y completara los diálogos con la otra tradicional guerrilla. El mal caculo de
las Farc (acostumbrada a los tiempos que
determinaba su habitad natural selvático) y el Gobierno Santos en los
tiempos, el infortunado y superfluo plebiscito, las dilaciones en los diálogos
y las mutuas desconfianzas, evitaron que todo lo anterior hubiera quedado listo
en los dos periodos de Gobierno Santos. Fue imposible.
Llegaron las elecciones y las ganó el sector
político más inoportuno para la implementación del proceso. Empezaron con la
demolición, aupados por una sesgada fiscalía. Sus lunáticas acciones no
sorprenden. Un presidente secuestrado por un ala radical de su partido, no
gobierna para todos los colombianos, si no para complacer una minúscula
caterva, no tiene gobernabilidad y les difícil unirnos bajo un solo proyecto de
país. Tener el poder de reconciliarnos les es imposible y se les dificulta
hablar de paz.
Todo lo que emprenden les sale mal, se han
convertido en unos multiplicadores de insanias. En mantenernos divididos radica
la maldad, en desinformar, en desacreditar las cortes, en desprestigiar la JEP
y en crear un caos institucional es el objetivo central. En eso se basa su
protervidad y maldad. Pareciera que el mismo Gobierno no ha reconocido la
diferencia entre Gobierno y Estado y en consecuencia actúa como si fuese
todavía la oposición al gobierno anterior. Un espejo retrovisor de cuatro años
cargan a sus espaldas, como un gigante piano que les estorba y los alucina. Y
lo más grave: parece que no hay con quien salir del atolladero en que se
encuentran. Pero peor aún: desconocen para su infortunio...que la paz llego
para quedarse y les resulto indestructible e imposible hacerla trizas.
Germán Peña Córdoba
Arquitecto- Univalle