(Lucas 12,13-21)
La vanidad… así nos lo recuerda la primera
lectura de este domingo; y el Evangelio subraya la necesidad urgente y
apremiante de poner el corazón en las realidades eternas y duraderas.
Se plantea una situación seria que debe ser una
prioridad en el camino de la vida: el equilibrio entre la posesión de bienes y
la adecuada libertad de corazón para no apegarse.
Hay una medida sencilla que nos impide poner el
corazón en los bienes terrenales: compartir, compartir, compartir. Si esto se
da como fruto de una convicción profunda, nunca nuestro interés mayor será el
dinero, sino Dios y Él es el único bien que nos debe preocupar.
Y es que, ciertamente, quien pone su corazón en
los bienes de la tierra, tarde o temprano se defrauda y se siente frustrado…
más, quien en Dios pone toda su confianza jamás quedará defraudado.
Hay una invitación seria en la Palabra del
domingo 4 de agosto de 2019: jamás confiar en las riquezas; éstas no son
seguras, nunca… son bienes de que nos servimos para ayudarnos a proseguir el
camino de la vida… más aún, son bienes que Dios nos proporciona para ayudar a
otros de manera decidida y libre.
La vanidad no es sólo cuidar la apariencia
física exageradamente… es también sentirse seguro con los bienes que se poseen.
¡Señor, Tú has sido nuestro refugio de
generación en generación!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Párroco de la Catedral de Buga