
Las encuestas son muy útiles para ganar una
elección si se las usa como lo que son: una técnica de investigación. Su fuerza
radica en la cantidad y calidad de la información que proporcionan a quienes
elaboran las estrategias electorales. En una época en que la democracia se ha
ampliado y los países no solo se manejan de acuerdo a lo que dicen las élites
económicas o intelectuales, una campaña electoral, necesita conocer lo que
opinan los ciudadanos comunes acerca de los más diversos temas. La única forma
de hacerlo es a través de la investigación científica y la herramienta
privilegiada de ese tipo de investigación es la encuesta electoral
Las encuestas son conocidas por el escándalo
que produce en las campañas la publicación de la simulación electoral, que es
una pregunta del formulario que averigua cómo votarían los ciudadanos si las
elecciones fueran el día en que se realiza la encuesta. Los candidatos se
obsesionan por esa pregunta. Los porcentajes producen polémicas estridentes.
Unos dicen que según “sus” encuestas ganan, otros que las encuestas publicadas
son falsas, otros que no creen en las encuestas. Al final los que no han sido
favorecidos con el sondeo dicen al unisonó: “la verdadera encuesta es el día de
las elecciones”. Esta declaración es recurrente, es un lugar común, que con
frecuencia utilizan los que van
perdiendo, para tranquilizar sus huestes de cara a las elecciones.
Ante todo -en condiciones normales- las
encuestas no expresan las preferencias de quienes las hacen. Existen
candidatos que agradecen porque los resultados de una
encuesta que se publica les son favorables o que se enojan porque les son
adversos. Ambas actitudes son erróneas. Se supone que los que las realizan
son profesionales en la materia y sus
estudios reflejan simplemente lo que encuentran a través de la investigación,
más allá de las simpatías o antipatías. La encuesta, si está bien hecha, no
debe reflejar los sentimientos ni negativos ni positivos de los encuestadores.
El rigor, el concepto genuino y puro de un método científico, matemático y
estadístico se convierte en herramienta de manipulación y de perturbación, para
direccionar tendencias de eventos electorales. Algunos -no todos- se ponen de
acuerdo para defender intereses preestablecidos que beneficie a un determinado
sector político, eso es lo que percibe el ciudadano del común cuando se dice:
“para una encuesta hay otra encuesta”. Lo vemos todos los días: hoy puntea en
las encuestas un candidato de una determinada firma, mañana puntea otro de otra
firma encuestadora. El caos, la verdadera guerra de las encuestas electorales.
El ciudadano que vota, se encuentra
expectante, se ve acorralado y apabullado en espera de la publicación de determinada información
y al final casi siempre, se decide por
el candidato más “opcionado” en las encuestas. Ayer daban sobrada en las
encuestas a Claudia López para la alcaldía de Bogotá y en poco tiempo e inexplicablemente
se desvanece en caída libre.
El otrora excelente ex candidato a la alcaldía
de Bogotá Carlos Vicente de Roux que
renuncio en su momento, agotado por los resultados de las encuestas, no le
falto razón cuando dijo: “Los partidos se han vuelto encuesta-dependientes, si
de entrada su candidato no califica bien, o no sube rápidamente se
desmoralizan, se les olvida que las campañas son precisamente para promover el
candidato y su programa”. Los partidos caen rendidos a los pies de la dictadura
de las encuestas. La CNE – Concejo Nacional Electoral – hace ya tiempo se pronunció
y abrió una investigación formal, a una serie de empresas dedicadas a estas
actividades, en las cuales pesaba la
sospecha, de difundir y manipular datos
que favorecen a determinados intereses políticos.
Es toda una estrategia: al ciudadano se le
construye un escenario mental, en el que se prefabrica una opción
artificialmente ganadora, sin importar casi siempre el programa político y al
final se ve direccionado por las encuestas. No desconozco la importancia de las
encuestas, reconozco su importancia, destaco sus aciertos y critico sus
desaciertos. Hay empresas dedicadas a estas labores que son muy serias y
confiables, pero lo más importante es tener fijado un criterio político propio,
estudiar lo que ofrecen los candidatos, votar por candidatos con un fuerte
arraigo de partido. Para mí las encuestas son un referente importante, pero no
deciden mi voto. Este escenario virtual y casi mágico es hoy, una útil
herramienta y a veces manipulable, como lo estamos presenciando en estas
próximas elecciones que tendrán lugar el
27 de Octubre.
Germán Peña Córdoba
Arquitecto-Universidad del Valle
Matricula profesional 76700-00969 del Valle del
Cauca