“Cuarto Domingo” – La Presentación del Señor
(Lucas 2, 22-40)
Hace cuarenta días celebrábamos la Solemnidad
de la Navidad del Señor y ahora tenemos esta bella liturgia: la Presentación
del Señor. Vuelve y aparece el tema de la Luz… fundamental para nuestra vida y
nuestro camino de fe. Pero, también, esta fiesta nos recuerda cómo Jesús asumió
nuestra historia de modo sencillo y familiar; quiso cumplir la Ley de Moisés
para indicar el camino de la obediencia a Dios, la obediencia como el principio
para saber conducir los pasos con certeza, serenidad y justicia.
En el Evangelio aparece Simeón, quien
representa a los justos que siempre esperan en el Señor; aquellos que, en la
humildad del corazón y el silencio inquebrantable de la oración, esperan con
esperanza cierta, en el Señor; esperan con alegría porque saben que siempre,
aquello que Dios promete, se cumple.
Otro personaje que aparece en el Evangelio es
Ana; en ella se identifican todos los pobres de Dios; los que no cuentan en el
mundo, los que no “tienen” nada, pero a la vez, confiando en el Señor, lo
tienen todo. Con estas personas debemos identificarnos, pues nosotros somos
también pobres en cuanto siempre necesitamos del Señor, siempre, siempre.
Termina el Evangelio diciendo que Jesús crecía;
qué alegría saber que en nuestra vida debe ocurrir lo mismo… crecer en el amor,
crecer en santidad, crecer en virtudes, crecer en servicio; en síntesis, crecer
hasta alcanzar la estatura de Cristo Jesús.
Que la fiesta de la presentación del Señor nos recuerde
con fuerza que debemos ser luz del mundo, luz que brille en medio de tantas
tinieblas de maldad, corrupción y mentira. Donde Dios está, todo es bello y
luminoso.
¡El Señor, Dios de los ejércitos,
es el Rey de la gloria!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Párroco de la Catedral san Pedro de Buga