Un texto de Guillermo Salazar Jiménez
Confundido por lo que escuchó apagó el televisor y se
refugió en la biblioteca a digerir la noticia. Comprendió, pero se negaba a
aceptarlo: varios médicos fueron discriminados en supermercados y transporte
público; veintitrés médicos, la planta completa de una clínica en Cartagena y
la de Leticia renunciaron por falta de pago y ausencia de insumos para cumplir
su tarea de salvar vidas.
Pensó que la mayoría de médicos son tratados peor, con
contratos leoninos cada tres meses, pago por citas o procedimientos, sin derecho
a vacaciones y desembolsos a los tres meses. Menos mal que en otros espacios
–barrios, casas de familia, apartamentos, conjuntos residenciales –fueron
considerados héroes y aplaudidos.
Continuó: fue necesario que el coronavirus nos avasallara
para entender la importancia de los médicos en la vida de todos. Que a la
verdadera epidemia – el sistema de salud indolente e inefectivo – hay que
encontrarle la vacuna, una vez pase la cuarentena.
Reflexionó sobre los médicos como personajes centrales de
la ciencia. Convivir con la epidemia –Covid 19 -, ayudó a reconocer en la
ciencia, la esperanza válida que tenemos las personas, Colombia, y los países
del mundo. Sonrío cuando cayó en la cuenta que, como maestro, contribuyó a
formar estudiantes, muchos de ellos hoy médicos.
Conversó con su conciencia: Científicos, médicos,
maestros, una trilogía necesaria para que la tierra no desaparezca. Para que
seamos capaces de salir adelante, a pesar de las pestes, a pesar de
autodestruirnos. Recordó de aquel libro, Salud Pública y Medicina Preventiva,
de Rafael Álvarez y Pablo A. Kuri, que citan a Hernán San Martín:
“La salud y la enfermedad no son sino manifestaciones
ecológicas entre el hombre y su ambiente total: físico, mental y social”.
De esta relación ancestral llegaron las pestes, pensó, la
naturaleza enseña su poder. La naturaleza, con el Coronavirus nos mandó, de
nuevo, a evitarnos y a estar encerrados. Detalló los datos leídos en la
república.co, donde el MEN –Ministerio de Educación Nacional –dice que en 2018
había 73.092 médicos graduados; 53.710 generales y 19.382 especialistas.
Supuso que con ese número de médicos la epidemia causará
graves estragos –sin contar el déficit de camas en las unidades de cuidados
intensivos y aparatos de respiración artificial, necesarios en enfermos
contagiados -, máxime si había, en 2018, 3.428 médicos internistas,
especialistas indispensables en este tipo de enfermedades.
continuar con su meditación encontró en la cuarentena el
tiempo preciso para concluir que el respeto por los médicos era merecido, pero
ellos necesitan ser apoyarlos en construir un sistema de salud diferente.
Varias acciones reconoció tales como los aportes gubernamentales, críticas a la
deficiente dotación, hospitales reabiertos, noticias sobre los poblados sin
puestos de salud, pero en definitiva era necesario la unión de los colombianos
para exigir otro sistema, más humano y menos consumista.
Transcribió de Octavio Paz, mexicano, premio nobel de
literatura, 1990: “Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para
consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor,
la amistad y las personas mismas en objetos de consumo”.