Un texto de Germán Peña Córdova
Triste final le espera al coronavirus
cuando se atreve a buscar la garganta de un bebedor. Dicen algunas autoridades
sanitarias, que la más efectiva forma de combatir el coronavirus es el consumo
moderado de alcohol, llámese Whisky, Ron, Vodka o Aguardiente. Entre mas
fuerte sea el licor es mucho mejor para este noble propósito, pero ojo: todos
los anteriores licores hay que consumirlos puros. Nada de "Whisky en las
Rocas" o el señoritero Ron con Coca Cola. Repito: mi formula es una recomendación,
de consumo de alcohol socialmente moderado.
El alcohol es devastador para el
virus, que se aloja cómoda y plácidamente en la garganta por espacio de 14 días,
antes de desplazare a vivir en los pulmones y allí ya instalado provocar
la grave fibrosis pulmonar, que en nosotros los veteranos, resulta fatal y
letal, porque contamos con un sistema inmunológico bastante trajinado y
gastado.
Cuando se toma un trago de Whisky,
Vodka, Ron, Tequila o Aguardiente y cuando este pasa por el gaznate, se
convierte en un Tsunami para el virus que lo barre de la garganta, lo arranca,
lo extirpa, lo arrolla y el pobre comienza a transitar semi noqueado, por el esófago
y cae estrepitosamente al estomago, donde lo esperan ansiosos, los
letales jugos gástricos, que dan buena cuenta de el. ¡¡Pobre virus cuando
se mete con un bebedor social!! Lleve pa' que se vuelva serio.
Ya moribundo el atrevido y osado
virus, hace su lento recorrido hacia los intestinos, donde hace todo su
proceso químico de producción de heces y termina nadando en la taza del
sanitario, donde le espera un segundo Tsunami: cuando soltamos el
sanitario. Al pobre virus, ese torbellino de agua revuelto con excrementos, lo
lleva a los canales que conducen las aguas servidas donde ya muerto, comienza
su viaje hacia la Planta de Aguas Residuales (PTAR), y allí las grasas, los
jabones y toda la materia orgánica, lo despedazan y lo envían triturado y
vuelto mierda al Rio Cauca. Ya siendo huésped del Rio, lo que queda del
Virus, este se pierde en el infinito de sus contaminadas aguas, como se
pierden las cenizas que se lanzan al mar, en un viaje de no retorno.
Triste final le espera al coronavirus,
cuando equivocadamente se aloja en la garganta de un bebedor. ¡¡Que ni se
atreva!!
Modestamente, ahí les
presento la vacuna, que con todo afán, anda buscando la ciencia. Ahí la tienen
a la vuelta de la esquina, en la tienda de Don Pedro o en el bar de tu
casa.
Pero no obstante les doy un
consejo: ¿que haces en la calle ve? ¡¡QUEDATE EN CASA OIS!!.
Germán Peña Córdoba
Arquitecto - Univalle