― Domingo 5 de abril de 2020 ―
BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR
(Mateo 26, 14 – 26,66)
Con alegría llegamos al inicio de la Semana
Santa; hemos hecho el camino de la Santa Cuaresma; tal vez nos hemos hecho
muchos propósitos de buen corazón y con las mejores intenciones; quizás muchos
han llegado a feliz término, pero, seguramente, otros tantos no.
De todos modos, es urgente pensar que la Semana
Santa no puede ser un momento cualquiera de nuestra vida; por el contrario, si
la Iglesia nos invita vivir la Cuaresma para prepararnos a estos días, ello
significa que la Pascua es el corazón de toda la fe cristiana; no puede haber
Iglesia si Cristo no hubiese resucitado.
La lección del Domingo de Ramos consiste en
contemplar a Cristo como el Señor, el Mesías (Ungido) que nos muestra la
humildad como camino para llegar al Padre. No puede haber camino en medio de la
soberbia y el orgullo. No puede contemplarse verdaderamente a Dios cuando
estamos “parapetados” en los ídolos que el mundo de hoy nos ofrece.
Jesús llega a Jerusalén y es aclamado por las
multitudes que luego lo entregarán a la muerte. Esto nos puede parecer
inaudito, pero es lo que casi siempre hacemos con el Señor: decimos que lo
amamos, pero con nuestras acciones lo crucificamos; decimos que es el centro de
nuestra, pero, con mucha facilidad la flagelamos con nuestras opciones de
maldad, odio, división, chismes, etc.
El Domingo de Ramos nos marque el inicio de una
semana muy especial de profunda oración, de ferviente plegaria, de celebración
alegre de la presencia de nuestro Señor en nuestras vidas. Vivamos las
celebraciones desde nuestros hogares.
¡Dios mío, ten piedad de mí!
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Párroco de la Catedral de Buga