Un texto de Guillermo Salazar Jiménez.
Se decidió, utilizó el video y habló con un
amigo jubilado con quién deseaba experimentar el uso del whatsApp, para mejorar
el trabajo con los estudiantes. Ante el reto de seguir con las clases a
distancia, por la cuarentena, preparó guías y cuestionarios.
Estos materiales de enseñanza no me convencen,
dijo, en dos meses de uso los estudiantes trabajan solos, no hay colaboración y
la participación escasea. Algunos no comprenden las instrucciones y nulo
trabajo colectivo, aspectos indispensables para logros de aprendizajes antes
trabajados desde el aula.
Su amigo jubilado le respondió es cierto, desde
las aulas el proceso de enseñar y aprender es muy distinto. De todas formas
tienen que mejorar como facilitadores; necesitan ser capaces de estimular en
los estudiantes el autoestudio, la autoevaluación y auto investigación. Leí que
muchos estudiantes no participan por falta de equipos o de metodología.
Situación grave, intervino el maestro, la
ausencia a clases es alta. Leyó varios datos del MEN, período 2011 al 2015, y
dijo que ojalá las directivas de la universidad hayan tomado nota porque la
situación del 2020 en adelante puede ser peor. De las tres universidades del
eje cafetero, solo la nuestra registró un descenso en el número de inscritos:
De 10.090 en 2011 pasó a 7.823 en 2015.
El jubilado lo interrumpió para decirle que
leyó la noticia donde la Universidad del Quindío ocupó, en Colombia, el segundo
lugar en índice de gestión y desempeño institucional. Concluyó: Esto quiere
decir que las funciones universitarias se cumplen con éxito y en beneficio de la
región.
Claro que sí, le respondió. Como profesor me
alegró este reconocimiento, pero la estabilidad de los estudiantes matriculados
es otro indicador de gestión universitaria. La demanda real, es decir el número
de admitidos, en el período señalado disminuyó de 6.441 en 2011 a 4.868 en
2015. Mientras que en la Universidad de Caldas subió de 7.858 a 10.135 y en la
Tecnológica de Pereira creció de 10.408 a 12.463. Difícil para nosotros, esta
situación puede empeorar con la pandemia porque muchos uniquindianos no
regresarán a clases. Los padres sin trabajo o ellos sin computadores complican
la realidad.
Realidad mundial, estimado colega. El profesor jubilado
explicó: Según UNESCO, “826 millones de estudiantes que no pueden asistir a la
escuela debido a la pandemia de COVID-19, no tienen acceso a una computadora en
el hogar y el 43% (706 millones) no tienen internet…unos 56 millones de alumnos
viven en lugares donde no llega la cobertura de las redes móviles…”
Definitivamente los maestros serán los héroes poscoronavirus. Enfatizar en cómo
más allá del qué aprender –aprender en cómo se aprende -, en condiciones
adversas, los convertirá en héroes.
Motivadora conclusión, dijo, recordé a Paulo
Freire. En Cartas a quien pretende enseñar afirma que “El educador aprende primero a enseñar, pero también aprende a enseñar
al enseñar algo que es re-aprendido por estar siendo enseñado, sin lo cual no
aprende, el educador se ayuda a descubrir dudas, aciertos y errores”.