Un texto de Guillermo Salazar Jiménez
Durante la cuarentena dedicó tiempo a discernir
acerca de su tarea como docente universitario y por tanto sobre las
características pedagógicas producto de la obligación de las clases virtuales.
“Las funciones de docencia, investigación
y proyección social son indispensables mantenerlas en la enseñanza virtual para
que la universidad no desaparezca”.
Le preocupó el peligro que sufre la universidad
para mantener su capital investigativo y de proyección social. Por la
cuarentena la discusión se centró sobre la docencia y no tanto sobre el
problema de realizar la investigación o la proyección social a distancia.
Dedujo que su nueva tarea universitaria implicaba impulsar en sus estudiantes
la imaginación como paso inmediato para enfrentar la virtualidad y cambiar el
rumbo educativo. Recordó la definición propia de sus reflexiones: “la imaginación es representar en la mente la
imagen de algo o de alguien, suponer algo a partir de ciertos indicios,
inventar algo, concebir algo con la fantasía”.
Pensó sobre el papel definitivo que juega la
imaginación en el desarrollo de la investigación, a su vez esencia del
significado de universidad. La construcción de nuevos conocimientos para
resolver problemas de la humanidad es fin claro de la investigación. Por ello,
la relación entre ciencia y docencia es clave para fundamentar los procesos de
formación a nivel profesional y de posgrado. ¿Cómo fomentar la imaginación en
los estudiantes a distancia si resultó difícil hacerla realidad en las clases
presenciales?
Para educar la imaginación en los estudiantes
es necesario primero medir la mía, recapacitó. Si los factores externos afectan
la calidad universitaria, también el cómo concibo y practico la educación en
general y la educación virtual en particular. Esta es diferente, por eso hay
que olvidar lo viejo y buscar opciones nuevas, imaginar la ruptura con lo establecido
para ver más allá y construir, con la virtualidad, experiencias pedagógicas
novedosas. Perder lo viejo puede llevarnos a un hallazgo: abrir la puerta de la
imaginación para que deje entrar el pensamiento crítico, el hallazgo de
soluciones creativas a problemas recurrentes y a la libertad por el riesgo y la
creatividad. Lo motivó la expresión de Louis Pasteur: “si no conozco una cosa, la investigaré”.
Juzgó que valía la pena potenciar en sus
estudiantes otras formas de preguntar, hipotetizar e imaginar respuestas a los
problemas actuales. Tenemos que ser solidarios afectiva e intelectualmente.
Imaginar la realidad para comprenderla no para evadirla; en romper las cadenas
de la cordura academicista y las limitaciones de lo establecido; crear diálogos
que muestren confianza en los conocimientos mutuos y entre nosotros mismos.
Creyó importante apoyarse en la curiosidad y potencial observador de sus
estudiantes para que aprendan a valorar mejor los problemas que los rodean y
medir las incógnitas desconocidas de las disciplinas.
Leyó a Sorayda Peguero que citó a la escritora
estadounidense Rebecca Solnit: “Deja la
puerta abierta a lo desconocido, la puerta tras la que se encuentra la
oscuridad. Es de ahí de donde vienen las cosas más importantes, de donde viniste
tú mismo y también a dónde irás”.