Texto de Guillermo Salazar Jiménez
Duelen los muertos que no encontraron otras
alternativas sanitarias y los contagiados que no solo luchan contra la
COVID-19, también contra la precariedad de hospitales y clínicas. Pensó que
esta lucha de los colombianos contra un indigente sistema de salud es reflejo
de una apremiante desigualdad social.
Consideró que a la lucha contra la pobreza y la
desigualdad, evidenciada con la pobre realidad de la salud, le falta contemplar
tareas más allá de medidas limitadas de protección social o entrega a cuentagotas
de beneficios económicos a pobres y desempleados.
Tienen que ser acciones prácticas frente a un
problema general de carácter social, económico y educativo, no restringidas a
las agotadas políticas gubernamentales. Creyó que la mayoría de los colombianos
no tienen satisfechas sus necesidades básicas por la imposibilidad de acceder a
los recursos, a la educación y al disfrute de una vida decente. Socialmente
están afectados por la desigualdad en el reparto de la riqueza, de los
servicios sociales y del poder. Además, desde el gobierno no se aprecia una
voluntad política de cambiar tal realidad.
La situación grave tiene que analizarse durante
la cuarentena, reflexionó, porque después será más indispensable, se avizora
mayor desigualdad y más pobres. Ojalá este aislamiento nos permita discutir
para cambiar nuestra forma de pensar y actuar. Recordó al maestro Estanislao
Zuleta quien afirma que “Ya no hay un frente ni una línea de demarcación, el
enemigo se encuentra en el corazón de la cultura que lucha contra este. Esto
es, si se quiere decir así, la cuarta guerra mundial: no es entre pueblos,
estados, sistemas e ideologías (…) sino que se entra en guerra con si-mismo…En
el régimen neoliberal de la auto-explotación uno dirige la agresión hacía
si-mismo. Esta auto-agresividad no convierte al explotado en revolucionario,
sino en depresivo”.
Creyó que los maestros tienen un papel crucial
por jugar en lo que resta de la cuarentena. En compañía de estudiantes y padres
podrían liderar la discusión sobre la realidad social que desnudó la COVID-19 y
asumir, con ellos, una posición crítica que entregue soluciones comunitarias.
Concluyó que con razón el maestro Freire afirmó que “la conciencia crítica
también significa conciencia histórica”.
Muchos maestros apoyan la llamada pedagogía de
la igualdad. Pensó que podría discutirse en las clases virtuales porque la
pedagogía de la igualdad “promueve procesos educativos incluyentes, abiertos a
la diversidad y a la pluralidad cultural y social”. En síntesis es respuesta a distintas
formas de discriminación y réplica por una sociedad más justa e igualitaria.
Recordó que entre aquellos maestros figura el
pedagogo español Ferrer Guardia, quien afirma, a propósito de la igualdad
educativa, que “La verdad es de todos y socialmente se debe a todo el mundo.
Ponerle precio, reservarla como monopolio de los poderosos, dejar en
sistemática ignorancia a los humildes y, lo que es peor, darles una verdad
dogmática y oficial en contradicción con la ciencia para que acepten sin
protestar su ínfimo y deplorable estado, bajo un régimen político democrático,
es una indignidad intolerable”.