Texto de Guillermo Salazar Jiménez
Al tiempo que preparaba las guías para sus
estudiantes escuchó la noticia sobre el retorno a clases. ¿En qué condiciones?,
¿con los problemas sin resolver?, se preguntó. Creyó que antes del regreso
debían discutir las soluciones a los problemas planteados por los dirigentes universitarios
en las marchas a finales de 2018.
Pensó que el principal problema era la falta de
compromiso del gobierno. Habla una cosa y hace otra; firma un compromiso y no
lo cumple; dice resolver los problemas y eterniza las causas. Después de la
cuarentena, la universidad no puede olvidar su legado social y científico,
porque como lo dijo Naguib Mahfuz, “la crueldad de la memoria se manifiesta en
recordar lo que está disperso en el olvido”
Miente con las simuladas promesas sobre el
aumento de los recursos si crecía la cobertura, dijo, mientras consultaba sus
apuntes. Falso, la nación aportó $10.825.000 por estudiante para la universidad
pública en 1993 y solo giró $4.785.338 en 2017, en tanto la universidad pasó de
1.078 programas de pregrado en 2004 a 1.445 en 2017 y los de posgrado crecieron
de 852 a 1.670 en estos años. Miente el gobierno cuando afirma que apoya la
universidad pública, pero según datos del ICETEX, el 87.42 % de los créditos
van para estudiantes que ingresan a las privadas y solo el 12.58 % para las
públicas.
Imaginó los riesgos académicos que la
universidad pública enfrentará al regresar con los problemas financieros
conviviendo con profesores y estudiantes en las aulas. Detalló que de la
millonaria deuda estatal, el 72 % corresponde a infraestructura y el 21 % a
formación docente, los mayores rubros. ¿Sin salones o laboratorios, cómo vamos
a reanudar clases? ¿Sin profesores preparados como mejorar la calidad? Ni modo,
dirán muchos, esperar nuevos giros prometidos. Difícil creerlo porque el
presidente confirmó un giró de $1 billón para atenuar la crisis de las
universidades con la pandemia, sin aclarar que el 90 % de ese dinero
correspondió a programas en ejecución consecuencia de las movilizaciones en
2018. Mintió, ya que solo concernían a $97.500 millones, apenas el 10 % de lo
afirmado.
Dice Gonzalo Dopazo en Un poema sobre la
mentira: “La mentira, una engañosa pero
dulce forma de decir cosas de forma estrepitosa. /Mentira fácil y deliciosa, su
forma de hacer creer todo de manera maravillosa. /La decimos en un contexto
donde la felicidad se vende mediante cuentos…” Pensó que la mentira oficial
del célebre programa Ser pilo paga se debeló cuando los dirigentes
estudiantiles demostraron que mientras a la Universidad del Magdalena el Estado
le giró $1.000.000 por semestre a cada estudiante, le entregó hasta $24
millones a una universidad privada en la misma carrera e igual semestre.
Pensó que lo mejor era discutir con sus colegas
profesores y estudiantes este panorama desalentador antes de volver a clases,
mientras tanto planteó que Octavio Paz gritara por ellos al gobierno, en
Epitafio para un poeta: “Quiso cantar,
cantar/para olvidar/su vida verdadera de mentiras/y recordar/su mentirosa vida
de verdades”.