Texto de Guillermo Salazar Jiménez.
Observé desolado los videos que mostraron los desórdenes en varias ciudades como protesta por la muerte del abogado Javier Ordoñez a manos de la policía en Bogotá. El impacto visual de los incendios impidió racionalizar explicaciones lógicas y entendibles a tamaña escena de guerra entre manifestantes y fuerzas oficiales.
¿Qué o quién prendió la mecha?
Pensé sobre el futuro que nos espera si entre colombianos, llámese población civil y policía donde no hay tolerancia, menos respeto. Angie Paola Rojas lo muestra porque “Nuestras vidas no son nuestras, desde el vientre a la tumba estamos unidos a los demás, tanto en el pasado como en el presente, y con cada delito y cada acto de bondad, damos nacimiento a nuestro futuro”. Fragmento de la película La Red Invisible.
Difícil construir un futuro promisorio entre todos porque aquellos disturbios y muertes ratifican poco respeto por la vida del otro. Pero es necesario diferenciar entre la violencia de los jóvenes causantes de los destrozos y la violencia de las fuerzas del orden, porque la policía se estableció para cuidar los ciudadanos y preservar el orden. Es posible que en la otra guerra mediática entre los que defienden al expresidente Uribe y quienes luchan por la justicia conlleve más muertes.
¿Quién prenderá la mecha?
Ojalá que la mecha avive la inteligencia social para comprender que la espantosa desigualdad es problema de todos y que el comportamiento antisocial no es un asunto de desadaptados. García Márquez describe bien la falta de compromiso social en Crónica de una muerte anunciada, página 127:
“Pero la mayoría de los que pudieron hacer algo por impedir el crimen y sin embargo no lo hicieron, se consolaron con el pretexto de que los asuntos de honor son estancos sagrados a los cuales sólo tienen acceso los dueños del drama”.
Drama del que aún quedan cenizas de los CAI quemados y locales asaltados. Muchos miraremos a la policía con desconfianza, otros sentirán miedo y algunos encenderán la mecha con el odio. Importante avanzar la pedagogía social de los noticieros donde solo se habla de destrozos y muertos para enseñar sobre el comportamiento civilizado y de respeto por la vida. Con noticias educativas y culturales apagar la mecha de aquella otra violencia llamada irracional, es decir “la agresión física o la amenaza certera de la misma que no persigue una meta; pues tiene a la propia violencia como meta”.
Apagarles la mecha a quienes por indiferencia
no les duelen los muertos y apagársela a otros que por irresponsabilidad
profesional disparan a civiles inermes. Acompañar las protestas civilizadas y
aceptar la responsabilidad de preservar el orden es una construcción colectiva
que es necesario impulsar desde la cuna hasta la universidad. De lo contrario
caminaremos a la destrucción de Colombia, como afirma Darío Jaramillo en
Monólogo de alguien sin voz: “Mi tierra
ya no es mi tierra./Fui expulsado de ella, salí a medianoche sin
rumbo,/salvando la vida como si mi vida valiera alguna cosa”.